El golpe
El semáforo se ha puesto verde. Pongo primera y avanzo lentamente, mientras termino de escribir un mensaje a mi nieta. Pulso enviar y aprieto el acelerador.
¡PUM!
Freno y demoro en comprender. Un hombre acaba de estrellarse contra el parabrisas y yace sobre el capó. Es un joven corpulento que mira el cielo entrecerrando los ojos. Lo oigo quejarse.
—¡No te muevas! Podrías dañarte las cervicales. Ya estoy llamando a emergencias —dice un vecino que se ha acercado.
Salgo con la cabeza gacha. Veo la bici destrozada.
—¡Lo siento, no te he visto! —digo.
—No se preocupe, creo que estoy bien —dice el joven con respetuoso acento sudamericano.
Llega la policía y asumo la culpa. No tengo opción, él venía por el carril bici con luz verde y yo doblaba. Toman los datos de ambos y luego se lo llevan en ambulancia.
Llamo a mi seguro y relato lo ocurrido.
—Difícilmente haga una denuncia, menos siendo extranjero. Acceder al informe es un trámite complicado, debería contratar abogados —me tranquiliza la mujer.
—¿Y la bicicleta? Al menos debería...
—No se preocupe. Como le he explicado, usted no tendrá problemas.
A la tarde regreso a casa.
—¿Qué tal tu día?—dice mi esposa.
—Bien, tranquilo.